11 de noviembre, 2020
La crisis humanitaria compleja que afecta al país; la pandemia que ha impuesto una nueva normalidad confinada y el patriarcado que de forma violenta demuestra las desigualdades de género en la sociedad someten a muchas mujeres venezolanas a días difíciles en este 2020. Las organizaciones no gubernamentales se han vuelto un gran apoyo para las que logran pedir ayuda: las activistas consultadas reportan un incremento de llamadas alarmante en los últimos meses de pandemia.
Texto: María Laura Chang (Venezuela)
Sikiuk Méndez (Venezuela)
Ilustración: Ray Tarazona (Venezuela)
“Hay una diferencia muy marcada entre lo que vimos antes de la pandemia y lo que estamos viendo ahora”, dice Jany Joplin De Pagua, abogada y responsable del acompañamiento legal del Centro de Justicia y Paz (Cepaz) una de las organizaciones que brinda orientación a mujeres víctimas de violencia de género en Venezuela desde la capital. El aumento de llamadas de mujeres en situación de violencia que ha recibido su organización en los últimos meses ha hecho la diferencia. La misma escena se repite con otras defensoras de la sociedad civil en distintos estados del país: la violencia de género se avivó en cuarentena.
Los factores, dicen las activistas por los derechos de las mujeres, son numerosos y algunos tienen que ver con la situación en Venezuela. El país recibe a la pandemia con una crisis humanitaria compleja que ha derribado un sistema de salud ya debilitado, ha dificultado el acceso a alimentos; ha dejado sin posibilidades económicas al grueso de la población y obligado a migrar a casi cinco millones de personas del país. Recientemente, a la falta de servicios básicos como agua, electricidad y gas para cocinar, se le sumó la escasez de gasolina. Venezuela ya era un país en pausa cuando empezó el confinamiento.
“La gente sin trabajo, el encierro, la pérdida del poder adquisitivo, todo eso influye de manera negativa en la conducta de las personas que no saben cómo canalizar ese sentimiento de desesperanza, esas inquietudes y ansiedad”, dice De Pagua y aclara que aunque nada justifica la violencia son cosas que alteran el comportamiento, estimulan la agresividad e inciden en ese aumento de violencia de género. “No tienes agua, los niños te piden comida y no tienes qué darles, si necesitas una medicina es carísima, además no hay forma de encontrar anticonceptivos y las mujeres siguen dando a luz”, continúa.
Quizá por eso la tendencia en materia de la violencia de género ya venía en aumento desde 2019. Así lo reflejan las cifras recopiladas en los distintos monitoreos de femicidios no gubernamentales que hacen varias agrupaciones y medios de comunicación a falta de data oficial. Entre marzo y agosto del año pasado Cotejo.Info, un sitio web especializado en verificación de datos que nos compartió su completa base de datos, reportó 69 femicidios, mientras que este año, en el mismo periodo, 65.
Pero las llamadas de auxilio no paran y las organizaciones se van haciendo pocas. Mayela Carillo, presidenta de la organización No permitas malos tratos del estado Carabobo, ya sentía que podía llegar este colapso. “Si no hubiese ocurrido la pandemia ya sabía que iba a pasar algo así porque los órganos del Estado no hubiesen podido responder ante la creciente necesidad de acompañamiento y protección de las mujeres”, agrega.
Femicidios en cuarentena
El domingo 15 de marzo cuando Nicolás Maduro, quien ejerce la presidencia de Venezuela, informó a la población que a partir de las 5:00 a.m. del día siguiente siete estados quedarían confinados en cuarentena para prevenir la propagación de la covid-19. Los hogares servirían de amparo para protegerse del contagio a algunos pero, al mismo tiempo, se convertirían en el escenario en el que mujeres que quedaron atrapadas con sus agresores, sufrieran distintas manifestaciones de la violencia, incluso, la muerte.
Ese fue el final de Micleyde Josefina Cortez, una mujer de 32 años que vivía en el estado Aragua junto a sus tres hijos de 14, 10 y 9 años y su novio, hasta que él la asfixió. De acuerdo con el testimonio que la madre de Micleyde dio a la prensa local, su hija había terminado la relación con su pareja, Edward Rafael Rodríguez Rojas, por violento hacía dos años, pero en noviembre regresaron. Durante este año los maltratos siguieron y el 17 de agosto él la asesinó. La Policía local emprendió un operativo para detenerlo y se desconoce si continúa prófugo o fue capturado.
Historias como esa abundan y, en Venezuela, donde no existen datos oficiales, las organizaciones y medios de comunicación se han dado a la tarea de monitorear y contabilizar los femicidios. Esta investigación trabajó a partir de la data brindada por Cepaz y la de Cotejo. Info que constantemente publica los hallazgos que encuentra. Pero también está disponible el que lleva Aidé Zambrano en Utopix.
Entre el 16 de marzo y 13 de junio del 2020, Cepaz dio cuenta de 43 femicidios, mientras que Cotejo.info contó 31 en el mismo periodo de tiempo. Las diferencias pueden deberse a que Cepaz en su monitoreo construye categorías de análisis tomando en cuenta algunos de los elementos de tipo penales referidos al femicidio en la Ley Orgánica del derecho que tienen las mujeres a una vida libre de violencia, pero no al pie de la letra. Mientras que Cotejo.Info solo califica los femicidios tal cual como lo estipula la Ley.
En el reporte de Cepaz, que analiza los casos de marzo a junio de 2020, resalta que el primer mes de la cuarentena obligatoria (13 de marzo al 13 de abril 2020) ha sido el más violento para las mujeres, con 19 femicidios. Ese mes, cada 36 horas una mujer fue asesinada en Venezuela. La mayoría de los asesinatos, el 63%, ocurrió en la casa de las víctimas, lugar que se suponía era el más seguro para resguardarse del contagio de la covid-19. Otro aspecto relevante del informe son las causas de las muertes, 5 fueron por armas de fuego, 8 acuchilladas, 5 golpeadas y 1 quemada.
Carencias del sistema
Desde el Gobierno dirían que están tomando medidas para atender casos de violencia doméstica y de género; dirían que habilitaron líneas de emergencia especialmente dedicadas a este flagelo; harían una campaña comunicacional para sensibilizar sobre el tema, pero cuando este 4 y 30 de octubre intentamos entrar al sitio web del ministerio de la mujer, no estaba habilitado; cuando las personas llaman a las líneas puede que nadie les conteste; allí, en las calles vacías de un país que se había detenido hacía tiempo, eran pocas las que encontraban respuestas estatal.
“Las personas que me llaman me dicen que no se pueden comunicar con los números del Gobierno”, confirma Mayela Carrillo. En cuarentena los casos fueron tantos y la respuesta estatal tan nula que hasta le tocó alojar a una víctima en casa, a pesar de haber acudido al Ministerio Público y haber pedido medidas de emergencia para ese caso. De Pagua la apoya al afirmar que “los teléfonos que se dieron desde el Estado para atender casos de violencia no los agarra nadie, no funcionan las unidades de atención sino para rechazar a los casos y todo esto ha hecho que la gente no les llame más”.
Ante el Estado ausente y silente, que no rinde cifras de ningún tipo, la misión de acompañar y proteger a esas mujeres, así como de documentar lo que ocurre, ha quedado prácticamente en manos de las organizaciones de la sociedad civil, que tenían años ya dedicadas a esto, sorteando las carencias de un sistema de justicia bastante deficiente. Tal y como se relató en la entrega anterior de Violentadas en Cuarentena, algunas se han aliado y muchas empezaron a formar la Red Naranja, un espacio de trabajo conjunto y colaborativo donde se agrupan organizaciones y personas que trabajan por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
“Antes de la pandemia teníamos un sistema de Justicia cuyas instituciones no tenían hojas de papel, no tenía tóner (tinta) para las impresiones, no tenía personal, pues la mayoría del personal se había ido y el nuevo no estaba bien calificado —dice De Pagua— ahora la gente no tiene ni siquiera transporte para dirigirse desde su casa a las instituciones a poner la denuncia”.
Aunque ella habla de Caracas y la zona capitalina; desde Zulia, uno de los estados más poblados de Venezuela ubicado al noreste del país en frontera con Colombia, la abogada y presidenta de la Fundación Vida Jurídica, Diyuli Chourio, cuenta que el drama es el mismo y desde mucho antes. En casos en los que finalmente las mujeres logran llegar al Estado “las instituciones de seguridad ciudadana no tenían gasolina para irlas a apoyar, así que la protección inmediata no está activa”, denuncia. Así como Carrillo llegó a dar refugio a una víctima; Chourio empezó a dar su número privado para que más mujeres las pudieran contactar siempre que fuera necesario.
En Zulia, la abogada asegura que el 911 ha funcionado mejor que en los otros estados, sin embargo, indica que siguen siendo las organizaciones no gubernamentales las principales receptoras de llamadas. “Yo atendía de tres a cinco casos a la semana antes de la pandemia y después del 21 de marzo y hasta el 13 de abril, unos 15 casos a la semana”, cuenta. Entre el 21 marzo y el 31 de agosto, su fundación atendió 58 casos, de los cuales solo 4 llegaron a la denuncia.
Por su parte, la red conformada por Cepaz, Fundamujer y el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela tuvo 87 casos atendidos desde el 15 de marzo hasta el 29 de septiembre.
“Las llamadas se han incrementado porque ha habido una ineficiencia por parte de las autoridades competentes, tanto de las unidades de atención como de todo el sistema, para procesar denuncias y para guiar a las mujeres víctimas de violencia”, dice De Pagua. En Zulia, Chourio reporta que la Fiscalía ni siquiera brindaba números de emergencia para que pudieran atender casos urgentes.
Las tres entrevistadas señalan que los funcionarios que atienden los pocos casos que trascienden a las organizaciones suelen no estar sensibilizados ni tienen formación en violencia de género llegando a revictimizar a las mujeres que llegan hasta ellos.
‘Oye, pero si casi no te pegó’,’seguramente algo le hiciste tú’,’tú lo estuviste provocando’, son solo algunas frases que pueden escuchar mujeres en las instituciones policiales o judiciales del país. “El sistema tan deteriorado y no tener a la gente capacitada o sensibilizada hace que las personas desistan de ir a hacer una denuncia porque sienten que no las toman en serio (…), para que los casos prosperen las personas tienen que insistir muchísimo”, dice la abogada de Cepaz.
Las llamadas de auxilio
Si bien el grueso de las llamadas son realizadas por mujeres adultas; violaciones a menores y desamparo de mujeres mayores también se han reportado en los últimos meses en el estado Zulia.
La violencia digital ha estado presente con amenazas de hacer públicos videos íntimos y desde el exterior tanto Carrillo como Chourio han buscado dar apoyo a venezolanas migrantes en Colombia, Panamá, Chile, Argentina y Ecuador.
La falta de información sobre los procesos y las leyes en sus países de destino ha hecho que encuentren en las organizaciones locales un mejor apoyo y no se sientan excluidas. “Tuve el caso de una mujer que estaba en Panamá y pensaba que no podía denunciar por encontrarse en una situación legal irregular”, cuenta Diyuly Choruio.
En seguida ella la puso en contacto con quien pudiera ayudarla en ese país, y si bien hablamos de ayuda internacional, también ocurre que las llamadas provengan de otros estados e incluso otras organizaciones: quienes cuentan con ayuda psicológica, colaboran con quienes tienen ayuda legal y viceversa.
De esta forma, la colaboración en tiempos de crisis se ha afianzado y en estos tiempos tan difíciles continúa la atención a mujeres desde estas agrupaciones.
“En un país que culturalmente es un pecado tener miedo, en el que se nos dice que la víctima no puede ser víctima, es valioso y necesario contar con estos espacios”, concluye Carrillo.
Si sufres de violencia de género en Venezuela o necesitas algún tipo de apoyo psicolegal puedes revisar este directorio de organizaciones.
Feminicidios
Organizaciones venezolanas se unen para atender a más mujeres
30 de abril, 2020
Antes de que se reportara el primer caso de COVID-19, desde los movimientos de mujeres existía una alerta por el alza de femicidios en Venezuela.
Texto: María Laura Chang
Ilustración: Ray Tarazona (Venezuela)
Desde el 13 de marzo Venezuela se encuentra en estado de alarma nacional. Ese día informaron sobre la aparición de los primeros dos casos de personas con COVID-19. El 17 de marzo desde el Ejecutivo anunciaron la medida de aislamiento social obligatorio que continúa en la actualidad.
Como ya advirtieron organismos internacionales, esta medida está relacionada con el aumento de casos de violencia doméstica y llega al país justo en un año que se caracteriza por un alza inusual en la tasa de femicidios.
Desde el Ministerio Público se anunció que fiscales especializados para la defensa de la mujer prestarán servicio en la Unidad de Atención a la Víctima que se encuentra a través de el número de atención a emergencias, 911.
Sin embargo, ante la ausencia de cifras oficiales y la poca confiabilidad que tienen las que existen, se vuelve valioso aproximarnos al análisis de la violencia de género en el marco de la pandemia a través de iniciativas de la sociedad civil.
En Venezuela existe una alianza conformada por el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela, la organización CEPAZ y la Fundación para la Prevención de la Violencia Doméstica hacia la Mujer (FUNDAMUJER), quienes no solo tienen a disposición líneas de ayuda, sino que además se encargan de recabar y difundir información en materia.
En el caso específico de denuncias por violencia doméstica relacionada con violencia de género, no reportaron un crecimiento relevante. En marzo apoyaron a 15 personas y en abril a 23 (hasta el 21 del mes). Ambas cifras son inferiores al período previo a la cuarentena en el que mensualmente se calculaban unas 30 a 32 personas.
Las expertas consultadas sospechan que las disminución de contactos puede deberse a que, a causa de las medidas de confinamiento, el hombre ha tomado más control en el hogar y esto ha traído como consecuencia menos posibilidad de encontrar tiempo para realizar un llamado de ayuda.
“A unas les quitaron el celular; en otros casos las compras las hace él; se le prohibió a familiares y allegados las visitas o estos están cumpliendo la cuarentena”, explica Ofelia Álvarez Cardier directora de FUNDAMUJER.
En la mitad de los casos que recibieron en la alianza, fue la madre quien contactó. Relata Álvarez que una vez que aparecen los funcionarios policiales se encuentran con una persona “amedrentada y manipulada”, incapaz de verbalizar la situación de violencia por la que atraviesa.
El accionar de los funcionarios tampoco permite solución, denuncia la experta: “no los separan, no los interrogan aparte, no le dan un respiro a la mujer”. Para la directora de la fundación, el miedo hace que nieguen la situación y el resultado es que vuelven a quedar confinadas con su agresor.
Otro elemento relevante del estudio hecho por la alianza es el aumento de ciberacoso. Los agresores utilizan las redes sociales para desacreditar, insultar y chantajear a parejas y exparejas. Es poco lo que se dice al respecto, porque no existen políticas de información, prevención o educación, dice Álvarez.
Pero si algo bueno puede rescatarse de esta contingencia es un refuerzo al trabajo de ONGs dedicadas a temas de género. No solo han surgido más, sino que en esta época se han hecho más visibles en las redes sociales. Asimismo, se ha aprovechado este tiempo para compartir experiencias entre las distintas organizaciones y se ha logrado incluso un trabajo conjunto. En un relevamiento realizado por la alianza son al menos 30 organizaciones en todo el país.
6 puntos sobre la violencia de género en Venezuela
¿Según la legislación del país, cómo se aborda el término “violencia de género”?
“La violencia contra las mujeres a que se refiere la presente Ley, comprende todo acto sexista o conducta inadecuada que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, emocional, laboral, económico patrimonial, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, así como la amenaza de ejecutar tales actos, tanto si se producen el ámbito público como en el privado”.
Fuente: Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia-LODMVLV (2007) Captl III. Definición y Formas de Violencia contra las Mujeres. Artcl.14.
¿Hay una línea nacional en mí país para atender situaciones de violencia de género? ¿Es de asesoramiento o denuncia? ¿Cuál es el número?
Sí. Es la 0800 (MUJERES) 0800-685- 37-37 todos los días de 7:00 a.m. a 7:00 p.m. y *122 para los usuarios de teléfonos Movilnet. También reciben denuncias a través del Instituto Nacional de la Mujer (InaMujer): Teléfono (0058.212) 860-82-10 al 19. Fax: (0058.212) 860.82.15.
Durante la cuarentena el Estado anunció la incorporación del número de Emergencias de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) como vía para hacer estas denuncias que es el 911.
La línea de la alianza compuesta por el Centro de Estudios de la Mujer-UCV, CEPAZ y FUNDAMUJER apoyan desde los números telefónicos 0412-3071273, 0414-2438913 y 0414-3281196; el correo electrónico ([email protected]); Twitter; Facebook y su sitio web.
En una sola línea, ¿qué servicios ofrece la línea?
Apoyo psicolegal e información.
¿Qué medidas o estrategias ha implementado el Gobierno?
Una campaña comunicacional llamada “Cuarentena Libre de Violencia” y habilitar el número 911 para recibir denuncias de este tipo.
¿Qué medidas o estrategias han activado las organizaciones sociales feministas o de mujeres?
Las organizaciones de mujeres con diferentes perspectivas se han unido a través de redes (vía digital) para ampliar su alcance.